Otra vez, jardinería: desde los albores de los gobiernos como parte de las estructuras sociales, los políticos carismáticos parecen haber tenido una ventaja significativa a la hora de ocupar puestos de liderazgo. Nos enamoran con su confianza, su visión y su capacidad para decirnos lo que queremos oír. Pero el liderazgo carismático no es necesariamente lo mismo que el liderazgo eficaz. ¿Por qué los seres humanos nos sentimos tan atraídos por el carisma?
Tras escuchar el episodio 121 del podcast «La ciencia de la personalidad», con los copresentadores Ryne Sherman, PhD, y Blake Loepp , que hablaron con Zsolt Feher, vicepresidente de desarrollo de negocio de Hogan Assessments, para hablar del liderazgo carismático en política, y en nuestra experiencia patria, me vienen a la cabeza varias reflexiones:
«Cuando hay un buen líder, todos ganan», afirmó Zsolt. Primera reflexión: ¿ha habido, en nuestra historia reciente, alguna situación donde todos -o una gran mayoría- ganase?
Los tres hablaron de algunos políticos carismáticos notables a lo largo de la historia, de las características de personalidad que tienen en común y de lo que hace a un líder eficaz.
Qué hace que los líderes carismáticos destaquen en política
Desde joven, me fascina la política -el gobierno de la «polis»- y me impliqué en estudiar, informarme… para acabar muy alejado del partidismo. Rápidamente, llegué a la conclusión de que los partidos representaban sus intereses, y no el de los gobernados, e incluso ni los de sus votantes. Y una de las causas fueron sus líderes.
Del podcast, algunas ideas: una característica común de los líderes políticos carismáticos es lo que Zsolt describe como magnetismo animal. Se refiere a la capacidad de un líder para atraer, encantar o hipnotizar a sus seguidores, es decir, utilizar la presencia para destacar. Zsolt se centró en cómo un líder hace sentir a sus seguidores: «Un componente definitivo del carisma es la capacidad de hacer que los demás se sientan vistos, escuchados y valorados».
La regla de oro del carisma
La Encuesta de Desarrollo Hogan (HDS) tiene un conjunto de escalas denominadas: Arrogante, Arriesgado, Melodramático e Imaginativo. Estas escalas se refieren a ser visto como confiado, encantador, socialmente hábil e innovador, cualidades que tienden a ejemplificar el liderazgo carismático. Con un pero fundamental: si se usa en exceso, el carisma puede hacer que un líder parezca arrogante, poco digno de confianza, que busque llamar la atención o que sea excéntrico.
Los líderes carismáticos tienden a confiar en sí mismos y a infundir esa confianza en los demás. Tienen capacidad de comunicación para establecer una visión convincente que motive a sus seguidores. Tienen la inteligencia emocional necesaria para influir en lo que los demás piensan de ellos o de sus ideologías. Demasiado poco carisma puede ser perjudicial en política e impedir que un líder gane visibilidad. Demasiado carisma también puede ser perjudicial, sobre todo si está motivado por el beneficio personal y no por el altruismo. Como Zsolt indica, la clave es cómo van a a utilizar ese carisma.
Líderes políticos carismáticos en la Historia
El libro Hitler and Churchill: Secrets of Leadership, de Andrew Roberts, estudia los dos diferentes estilos de liderazgo de los políticos. Ambos eran carismáticos, pero solo uno tuvo éxito. Esto demuestra que el liderazgo carismático y el liderazgo eficaz no se solapan necesariamente.
Zsolt identifica una lista de líderes carismáticos y eficaces, y otros que no (es su lista). ¿Qué podemos decir de la «nuestra»? Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo-Sotelo, Felipe González, Jose María Aznar, Jose Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy y Pedro Sánchez ( y todos los «satélites» de la oposición o aliados de cada uno).
La respuesta que puede aunar a los «buenos» es que parecen ser «alguien que será bueno para mí, alguien que comparte mis valores y que satisfará mis necesidades» afirma Zsolt.
Nosotros estamos acostumbrados a que ni siquiera hace falta decir lo que se va a hacer, o ser sincero, o ser consecuente -¿quién cumple lo que promete?- basta con crear la sensación de que «Voy a estar ahí para ti. Voy a hacer un mundo mejor para ti, sea como sea».
La necesidad psicológica de liderazgo en tiempos inciertos
«Las figuras carismáticas suelen surgir cuando nos sentimos perdidos, desesperanzados u oprimidos», afirma Zsolt. Y añado la polarización como un factor buscado por ese tipo de líderes; y en esas circunstancias, la gente puede gravitar hacia líderes carismáticos en tiempos de incertidumbre por su necesidad psicológica de estabilidad.
Según la teoría socioanalítica, el comportamiento humano tiene tres motivos universales: llevarse bien (cooperar), salir adelante (competir) y encontrar un sentido o propósito. Un líder carismático suele prometer hacer el bien al grupo, la comunidad o la sociedad. La gente se siente inspirada por una visión convincente. Esperan que su nación pueda llegar a ser más grande o mejor de lo que es actualmente, o que encaje con la visión ideológica que tengan esas personas… Me resulta alucinante la «ceguera» de los votantes de un partido ante la falta de eficacia de sus líderes, y la consecuente incapacidad de elegir a otro, pensando en ese «bien de todos».
Liderazgo eficaz
A pesar del carisma, en general se considera que un líder tiene éxito cuando utiliza los recursos de forma estratégica, toma decisiones acertadas, aprende de los fracasos y se adapta a las circunstancias o a la retroalimentación. En términos de Hogan, un líder eficaz construye y mantiene un equipo de alto rendimiento. Esto significa desarrollar la autoconciencia estratégica para comprender las limitaciones y evitar exagerar los puntos fuertes.
La idea de utilizar el encanto y la habilidad social para alcanzar objetivos no es ni siquiera ligeramente nueva en el comportamiento humano. A veces los líderes cumplen sus promesas y a veces no. ¿Cómo podemos distinguirlos? El comportamiento pasado es el mejor indicador del comportamiento futuro. Para identificar a los líderes eficaces, considere cómo han aplicado ya sus habilidades.
Y aquí la pregunta final: ¿Tenemos líderes eficaces?